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14/1/2016 

Lo muestra un trabajo firmado por un investigador argentino y otro canadiense; acaba de publicarse en JAMA Neurology. 


Ciudad de Buenos Aires (Argentina).- El ataque cerebral o accidente cerebrovascular (ACV) y las demencias son considerados dos enfermedades catastróficas de la neurología. El ACV es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en el mundo. Puede ocurrir a cualquier edad y va en aumento. Por otro lado, cada tres segundos se diagnostica un nuevo caso de demencia y se calcula que el número de pacientes con este cuadro casi se duplicará cada 20 años.
 
"Si los costos asociados con la demencia fueran el PBI de un país, sería la décimoctava economía del planeta", afirma Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva y rector de la Universidad Favaloro. En América latina esta patología tiene un 7% de prevalencia en la población mayor de 65 años.

Pero en este panorama inquietante también puede haber buenas noticias. Un trabajo recientemente publicado en "JAMA Neurology" por el neurólogo argentino Luciano Sposato, que trabaja en el London Health Sciences Centre, de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, y por Vladimir Hachinski, profesor de la misma universidad, muestra que entre 2002 y 2013 hubo un descenso del 32% en los casos de ACV y del 7% en los de demencia de ese estado.

Este logro esperanzador se basaría en el control de los factores de riesgo del ACV: la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes y el tabaquismo

"Hay básicamente dos tipos de demencia -explica Sposato desde Canadá-: una es la degenerativa, que aparece por la pérdida de neuronas con el paso de los años y que todavía no tiene tratamiento. El otro gran grupo se produce como consecuencia de pequeños ACV o infartos cerebrales, que no dan síntomas, pero se van acumulando y con el tiempo conducen a síntomas cognitivos. Lo interesante es que cuando uno ve anatomías patológicas de personas que tuvieron demencia, el 80% tienen estas lesiones vasculares, estos pequeños infartos silenciosos. Quiere decir que si prevenimos esos infartos que ocurren en el 80% de las personas que tienen demencia podremos reducir los casos o retrasarla."
 
Según cuenta Sposato, Ontario es una provincia con una población de 14 millones de personas en la que hace alrededor de 15 años se tomó la decisión de llevar adelante estrategias efectivas para prevenir el ACV y tratarlo mejor, una iniciativa que se llamó Ontario Stroke Strategy. El sistema sanitario, que allí es público, comenzó a utilizar más fármacos para controlar la presión y los niveles altos de colesterol, se hicieron campañas para disminuir la incorporación de sal a la dieta y para combatir el tabaquismo, y mejoró muchísimo el tratamiento en la etapa aguda del ataque cerebral. Así, hoy, en Ontario hay un tercio menos de ACV que a principios de siglo.
 
"Es totalmente sorprendente, no estaba en los planes de nadie -subraya Sposato-. Sabemos, por los registros sanitarios, que descendió el ACV. Ahora, por primera vez pudimos calcular con cifras reales y no con estimaciones indirectas que también están disminuyendo los casos de demencia. Es la primera vez que se muestra una disminución de las dos enfermedades neurológicas más catastróficas en una misma población."
 
Los resultados fueron tan contundentes que los científicos decidieron enviar su trabajo como una research letter para que el mensaje fuera conciso y de alto impacto.
 
Cristina Zurru, directora de la sección de Enfermedades Cerebrovasculares del servicio de Neurología del Hospital Italiano, que no participó en el trabajo, explica que en el cerebro muchas veces se producen lesiones "silentes" de pequeños vasos o de la microcirculación cuyas consecuencias sólo se advierten años más tarde.
 
"Hoy se sabe que determinados factores de riesgo pueden generar este tipo de daño microvascular silencioso que es el que se lleva la mayor parte del daño cognitivo -dice Zurru-. Está descripto. Muchos pacientes tienen daño vascular y sobre eso se instala la demencia degenerativa. La enfermedad vascular es un predictor de demencia. La hipertensión es el factor más importante, junto con la diabetes y los niveles altos de colesterol. Por eso, hoy por hoy, lo más costo-efectivo para evitar o retrasar la demencia es la prevención primaria: el control periódico de salud."
 
Y concluye Sposato: "Sabemos que por cada ACV clínico, hay cinco silenciosos. Si prevenimos estos cuadros, podremos prolongar la calidad de vida".



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