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24/4/2012 

Los meniscos son dos almohadillas de consistencia gomosa, formadas por una sustancia llamada fibrocartílago, que se sitúan entre el cartílago del hueso del fémur y el de la tibia. Son 2, el menisco externo está situado hacia fuera de la rodilla, y el contrario menisco interno o medial. Su función es amortiguar el choque entre estos cartílagos ya que la forma del cartílago tibial no se corresponde exactamente a la del femoral. De esta manera se distribuyen mejor las cargas y se estabiliza de manera más eficaz la rodilla.

Las lesiones en los meniscos de rodilla es habitual en el deporte, pero también puede producirse en otro tipo de actividades cotidianas, ya que no requiere un mecanismo muy potente para producirse. El ser tan frecuente ha hecho que se hayan producido muchos avances en el diagnóstico y tratamiento de la lesión de los meniscos de la rodilla, siendo la operación muy recomendable para todos los casos, ya que los resultados y la recuperación son muy buenos.

- Causas

En personas jóvenes la causa más frecuente es traumatismo indirecto, mientras que en personas de más edad es habitual que se produzca por causa degenerativa. Es más frecuente la lesión del menisco interno (veinte veces más frecuente que la de menisco externo).

En cuanto al mecanismo indirecto es el clásico del mundo del deporte. Seguro que todos tenemos en mente la imagen de ese deportista que salta y, al caer, se lleva las manos a la rodilla. En el fútbol por ejemplo es muy típico que se produza al intentar realizar un regate, donde gira la rodilla y el cuerpo pero el pie se queda fijo en el suelo. También ocurre en porteros de balonmano o hockey, que realizan giros bruscos de rodilla para evitar encajar goles.

- Signos y síntomas

  • Dolor en la interlínea articular, sobre todo al mover la rodilla o tratar de caminar. El dolor será más intenso al palpar la zona interna o externa, dependiendo del menisco que esté lesionado.
  • Dolor sobre todo en movimiento que obligue a flexión completa de rodilla.
  • Imposibilidad de andar en cuclillas.
  • Inflamación debido al derrame intraarticular.
  • Pierna fijada en extensión: Es típico que la persona esté sentada, trate de levantarse y se le quede la pierna bloqueada en extensión, tardando un tiempo en poder movilizar un poco.
  • Crujidos al doblar o extender la rodilla.
  • Imposibilidad de realizar flexión o extensión completa por blogueo de la articulación.

En fase aguda (es decir, al poco tiempo de producirse la lesión) es más típico el dolor localizado y bloqueo de la articulación.

En fase crónica (cuando ya ha pasado un tiempo desde la lesión) puede aparecer un dolor vago, impreciso, además de dificultad para mover la rodilla, caminar y otras actividades. También se produce chasquidos o sensación de cuerpo extraño intraarticular. Además, puede ocurrir hipotrofia (falta de fuerza) en el cuádriceps.

Estos son algunos de los síntomas de esta lesión. No tienen por qué presentarse todos, y algunos pueden deberse también a otras patologías. Los señalo simplemente para hacernos una idea pero, lógicamente, ante cualquier dolor y sospecha de lesión es fundamental acudir al médico lo antes posible.

Existen otras lesiones de rodilla que pueden tener sintomatología parecida, por lo que habrá que hacer pruebas específicas, tanto de exploración como pruebas de diagnóstico por imagen para obtener un diagnóstico preciso de la lesión.

- Tratamiento

El tratamiento de elección es la intervención quirúrgica. Es lo más recomendable, salvo que haya contraindicaciones por causa de fuerza mayor, o que la lesión sea muy leve y existan posibilidades de buena recuperación con tratamiento conservador.

La intervención se realiza por artroscopia, con lo cual no es una operación muy agresiva. Suele realizarse bajo anestesia local. Son heridas pequeñas, con lo que la recuperación después de la operación suele ser bastante favorable.

La operación consiste en retirar únicamente la zona lesionada del menisco, preservando la mayor cantidad posible de menisco sano. Recibe el nombre de menisectomía parcial. Es muy importante la potenciación muscular de cuadriceps antes de la operación, para favorecer una recuperación mucho más rápida. También es positivo trabajar lo antes posible la potenciación de la pierna sana y los brazos, ya que habrá que caminar con muletas o bastones durante un tiempo.

- Fisioterapia

En fase aguda (al producirse la lesión y poco después de la operación) el tratamiento es conservador: reposo, aplicación de crioterapia en la zona, vendaje compresivo, ejercicio suave para mantener la fuerza de los cuadriceps. También es útil el entrenamiento en el uso de muletas o bastones para desplazarse, así como la potenciación de la pierna sana y los brazos, para facilitar los desplazamientos con bastones o muletas.

Después de la operación: Se continúa con las pautas anteriores que sean necesarias (reposo, hielo, vendaje…). Si es posible, se iniciará ejercicio más intenso, movilizaciones de rótula, potenciación muscular progresivamente más intensa, readaptación progresiva al esfuerzo y a las actividades cotidianas y de ejercicio físico.

Es de suma importancia el entrenamiento de tipo propioceptivo (la capacidad que tiene el cuerpo para conocer el movimiento y posición de las distintas articulaciones del cuerpo, así como el estando de tensión y relajación de la musculatura) en las lesiones de articulaciones como la rodilla. Sobre todo en deportistas es necesario para que la rodilla recupere la capacidad de responder ante las exigencias y esfuerzos que requiere el deporte




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