28/7/2005 

La endometriosis está definida como la localización fuera de su lugar original del tejido que recubre internamente el útero (tejido endometrial).

Como consecuencia de procesos inmunológicos, bioquímicos y cambios hormonales, este tejido, que se elimina mediante la menstruación, al pasar también a través de las trompas (menstruación retrógrada) y caer en la cavidad abdominal, puede implantarse y proliferar.

Se manifiesta con un dolor intenso y crónico en la época menstrual -el cual aumenta a medida que progresa la afección- y al mantener relaciones sexuales, generando entre otras cosas, adherencias entre los distintos órganos y quistes en los ovarios. Sin embargo, muchas veces, el único síntoma es el trastorno de la fertilidad.

Según estimaciones de la Sociedad Argentina de Endometriosis (SAE), actualmente cerca de 1 millón de mujeres en el país -el 10% de la población en edad fértil- la padece sin saberlo y considera a su principal síntoma, el dolor menstrual, como normal, lo que afecta severamente su calidad de vida.

Es una de las enfermedades ginecológicas más comunes; afecta a 1 de cada 10 mujeres en edad reproductiva y puede causar infertilidad.

De difícil diagnóstico y tratamiento, la endometriosis es una afección crónica que se caracteriza por la presencia del tejido que recubre las paredes del útero fuera de éste. Las lesiones a que da lugar se presentan con mayor frecuencia en los ovarios y en el resto de los órganos ubicados en la pelvis femenina.

La endometriosis es una patología que afecta de manera importante a nuestras pacientes, no sólo físicamente, sino también a nivel de sus relaciones familiares, laborales y sociales.

Eso se debe a la intensidad de los síntomas, que son recurrentes y de larga evolución. Los más frecuentes son el dolor pélvico crónico, el dolor menstrual y el dolor durante o después de la actividad sexual. Otros síntomas son la presencia de movimientos intestinales dolorosos, dolor en la parte baja de la espalda y fatiga. La endometriosis también puede ser causa de infertilidad: entre un 30 y un 50% de las mujeres con endometriosis padecen algún tipo de dificultad para lograr el embarazo.

Los síntomas, sin embargo, no adquieren la misma severidad en todos los casos. Algunas mujeres con endometriosis sufren dolor durante todo el ciclo menstrual, mientras que otras lo padecen únicamente en momentos específicos. Otras, por su parte, no presentan síntomas, o no logran simplemente diferenciarlos de las molestias normales relacionadas con el ciclo menstrual.

Según estimaciones, 100 millones de mujeres a nivel mundial padecen la enfermedad. Pero esta cifra podría ser aún mayor debido a la dificultad que presenta el reconocimiento de los síntomas, a lo que se le suma el poco conocimiento de la enfermedad por parte del público en general. En muchos casos, por lo tanto, el diagnóstico suele establecerse sólo a partir de consultas relacionadas con otras dolencias, a menudo con problemas de fertilidad.

Desde el punto de vista médico, no existen métodos simples y de rutina para comprobar la presencia de la endometriosis. Un cruce entre la historia clínica, un examen físico y los estudios de imágenes, por ultrasonido y de resonancia magnética nuclear, pueden dirigir la atención del especialista hacia su posible existencia. Pero sólo a partir de una laparoscopía puede establecerse con certeza el diagnóstico. Dicho procedimiento consiste en la introducción de un tubo delgado con una cámara para inspeccionar los órganos de la pelvis y tomar pequeñas muestras de tejido para su posterior análisis.

Actualmente no existe una cura permanente para la endometriosis. Los tratamientos disponibles apuntan a aliviar el dolor, a retrasar su crecimiento o a prevenir la reaparición de la enfermedad después de un tratamiento exitoso. También, en caso de que la mujer desee tener hijos, existen tratamientos dirigidos a mejorar la fertilidad.

Entre las opciones de tratamiento se encuentra la cirugía laparoscópica, utilizada para eliminar las lesiones endometriósicas, que muchas veces terminan reapareciendo tiempo después de la cirugía, el uso de analgésicos, como los anti-inflamatorios no esteroideos (AINES), y los tratamientos hormonales, como las píldoras anticonceptivas orales, los progestágenos y los análogos de la hormona liberadora de gonadotrofina.

Una nueva y efectiva opción terapéutica consiste en el dienogest 2, que por su buena tolerancia permite un uso a largo plazo, lo que lo diferencia de otras terapias actuales que presentan efectos adversos, como la disminución de la densidad mineral ósea a largo plazo. Su mecanismo de acción, además, funciona aliviando el dolor y atacando las lesiones endometriales en forma directa, evitando su crecimiento e incluso reduciendo su tamaño.

La endometriosis debe ser vista como una enfermedad crónica que puede suponer una pesada carga para las mujeres en los mejores años de sus vidas, causándoles considerable dolor y afectando el desarrollo de sus actividades cotidianas y las de su entorno. Una nueva opción de tratamiento que sea bien tolerada y que tenga el potencial de ofrecer a las mujeres alivio significativo y duradero del dolor es muy bienvenida.

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