Ciudad de Buenos Aires (Argentina).- La declaración de la emergencia sanitaria por coronavirus en el país y el decreto que impuso el aislamiento social preventivo y obligatorio dio un giro radical al día a día de los argentinos, con las consecuencias en la salud emocional que eso acarrea.
La Universidad Siglo 21 actualizó su “Índice de Bienestar Emocional y Estrés en los Trabajadores Argentinos” en el marco de la pandemia de COVID-19. La institución, mediante su Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales, identificó que los porteños son quienes registran mayores niveles de estrés crónico. Además, las personas más afectadas son mujeres en el rango etario comprendido entre 41 y 51 años. En contraparte, los menos perjudicados fueron quienes pudieron continuar con su actividad laboral en un horario flexible.
La emergencia sanitaria impactó en el 73% de los trabajadores de la Argentina, ya sea por la reducción de horas, la imposibilidad de ejercer la actividad laboral o el cambio de sus rutinas mediante la adopción del teletrabajo, en el mejor de los casos. Tanto es así que el 37% de la base analizada no está trabajando como consecuencia del confinamiento. Por otra parte, el 47% de los trabajadores no vieron disminuidos sus ingresos, el 29% tuvo una reducción de entre el 20% y 60% y, para el 21%, la disminución promedio fue del 80%. En relación a esto, el 44% señala que su sueldo no le alcanza para satisfacer sus necesidades de vida.
Síntomas de este síndrome
El síndrome de burnout se caracteriza por dos síntomas: altos niveles de agotamiento y de cinismo. Al evaluar el primero, el 48% indica que "siempre o casi siempre" le resulta difícil relajarse luego de una jornada laboral. Al 36% cada vez le cuesta más comenzar a trabajar y el 38% se encuentra tan cansado que no puede dedicarse a otras cosas después de finalizar su jornada. Además del agotamiento, el estrés crónico genera el mencionado "cinismo" frente a las tareas laborales, un estado psicológico caracterizado por una falta de interés e identificación con su actividad. De esta manera, el 26% se siente menos involucrado, el 27% duda que contribuya en algo interesante y el 21% siente que ha perdido interés.
La variación porcentual interanual promedio para el agotamiento es de 5%, incrementándose en quienes experimentan agotamiento por estrés crónico durante la mayor parte de los días de la semana. Con el cinismo ocurre una situación similar. En relación con la ansiedad y la depresión, se observa un leve aumento en comparación a años anteriores. Al analizar las variables sociodemográficas, las mujeres reportan mayor estrés crónico. En relación con la edad, lideran los niveles de burnout quienes tienen entre 41 y 50 años, luego los comprendidos entre 31 y 40 años. Geográficamente, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires son los que presentaron mayores niveles con relación al resto del país.
Trabajo y salud mental
Los cambios en la actividad laboral generaron nuevas dinámicas, como el teletrabajo o trabajo a distancia. En este caso, se observan menores niveles de agotamiento y cinismo en quienes pueden seguir trabajando desde su casa con un horario flexible. Esta modalidad es la que menos impacto tiene en los niveles de burnout. En cuanto a puestos o jerarquías, los más afectados son los llamados mandos medios o gerenciales. Esto se relaciona con investigaciones previas, donde se detectan mayores niveles de estrés en dichos roles debido a la alta responsabilidad y baja autonomía que suelen poseer.
En el ámbito económico, los mayores niveles de este síndrome corresponden al sector con menor nivel de ingresos y menor nivel educativo. Concretamente, el 40% de los trabajadores con primario incompleto obtuvieron puntajes altos para el cinismo y el 20% para agotamiento. En cambio, estas cifras fueron sólo del 2% y 5% para individuos con postgrados.
No se observan diferencias al comparar sector o tipo de trabajo, pero cabe destacar que los mayores niveles están presentes en quienes no pueden satisfacer sus necesidades básicas con el sueldo actual, independientemente de su actividad.
A su vez, el principal factor psicosocial que genera estrés crónico es el conflicto familia-trabajo, es decir, la fricción que se genera entre el trabajo y la vida familiar. “Se observa que en algunas personas el confinamiento aumentó la ansiedad, pero en otras disminuyó. En este caso, probablemente colaboró la sensación de estar en un entorno tranquilo y controlado. Pero, una vez reiniciada la totalidad de las actividades, esto puede resultar problemático”, señaló el doctor Leonardo Medrano, secretario de Investigación y Transferencia Científica de la institución.
Cabe destacar que es mayor el estrés causado por la dificultad para cumplir con las demandas familiares como consecuencia de las demandas laborales.
Dos factores protectores del burnout
La desconexión (la capacidad para poder distanciarse psicológicamente una vez finalizada la actividad laboral) y la dedicación (nivel de orgullo e identificación con el trabajo).
Esto significa que aquellos individuos que se sienten más orgullosos y entusiasmados con la actividad laboral que están realizando, y que poseen mayores posibilidades de desconectarse una vez concluida su jornada, son quienes presentan menores niveles de burnout. Por el contrario, esto aumenta en aquellos que no cuentan con estos factores protectores.
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