Es una afección es causada por coágulos que obstruyen la circulación sanguínea en las arterias pulmonares. Se estima alrededor de 1200 casos anuales que se producen en Argentina.
- Causas
Las causas son múltiples: cirugía, trombosis venosa profunda (en un miembro inferior), inmovilidad, embarazo, obesidad o cáncer, entre otras] y, a veces, no pueden identificarse.
- Síntomas
Los síntomas son vagos: falta de aire, fatiga, puntadas en el tórax, dificultad para caminar.
En los servicios de guardia, incluso, puede confundírsela con la neumonía...
- Diagnóstico
Para descartar que la falta de aire se produzca por razones diferentes de la hipertensión pulmonar tromboembólica, se utiliza el centellograma por ventilación perfusión. Se inyecta un radioisótopo y se ve como perfunde el pulmón: si lo hace de forma pareja, quiere decir que no hay defectos. Entonces, se inhala un material radiactivo y se controla. Estos pacientes tienen bien la ventilación, pero en la perfusión hay huecos, hay áreas a las que la sangre no llega porque hay arterias tapadas. Después, se hace es una angiografía pulmonar y se ve si la enfermedad es accesible o no.
- Evolución y tratamiento
Normalmente, cuando se produce un tromboembolismo pulmonar agudo, los coágulos se reabsorben, salvo en un 3% de los casos. Meses o años después de quedar obstruidas las ramas vasculares que llevan sangre al pulmón, puede presentarse la hipertensión pulmonar tromboembólica.
La cirugía, que dura entre cinco y seis horas, permite precisamente liberar el flujo sanguíneo. Se hace descender la temperatura del paciente a 17 o 18 grados, y hay que hacer dos o tres «paradas» circulatorias por períodos de 20 minutos. Se ingresa por el esternón y luego se procede a abrir las arterias pulmonares para desobstruirlas.
Entre las contraindicaciones que desaconsejan la intervención está el cáncer, o que la enfermedad esté tan avanzada que el paciente no la tolere. Sin embargo, hasta operamos a un paciente con enfisema y asma.