Los riesgos que pueden ocasionar en pacientes con patologías cardíacas
El uso habitual del sauna tiene efectos beneficiosos sobre la hipertensión arterial, la función pulmonar o favorece el dolor en las enfermedades reumáticas. Está contraindicada, sin embargo, en pacientes que sufren patología cardiaca.
Esta actividad recreativa cuyo origen es finlandés aporta numerosos beneficios para las personas sanas. No obstante tiene efectos adversos sobre los pacientes cardíacos.
A diferencia de los baños turcos, el sauna, conocido como finnish bath produce aire seco y temperatura elevada. El ritual habitual consiste en sesiones cortas, de entre 5 y 20 minutos, seguido de un período de enfriamiento y de la ingesta abundante de líquidos.
El uso habitual tiene efectos beneficiosos claramente constatados en la literatura médica, como el control de la hipertensión arterial, la mejora de la función pulmonar en pacientes diagnosticados de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, control del dolor en pacientes con enfermedades reumáticas y mejora de la función cardiaca para las personas que padecen deterioro crónico del corazón.
El calor producido por el sauna provoca alteraciones fisiológicas notables, como elevación de la temperatura corporal en un corto período de tiempo y aumento de la eliminación de los líquidos, a través de la sudoración a una velocidad calculada de 0,5 L/h cuando la temperatura es de 80º C.
Estos cambios son debido al aumento de la circulación sanguínea en la piel y la consiguiente disminución de la perfusión central. Mientras se utiliza la sauna, la frecuencia cardiaca puede aumentar hasta 150 latidos por minuto.
* ¿Cuando no es recomendable?
A pesar de todos los beneficios derivados de su uso, también se advierten efectos secundarios graves en personas previamente sanas.
Entre ellos, la aparición de arritmias cardíacas, muerte súbita e infarto agudo de miocardio.
Por eso, esta actividad está contraindicada en pacientes que sufren patología cardiaca como angina inestable, infarto agudo de miocardio reciente y estenosis aórtica severa.
Los cardiólogos no consideran contraindicación la presencia de angina estable, aunque los pacientes deben ser conscientes de los riesgos que supone el uso de la sauna.
Algunos estudios realizados demostraron la presencia de alteraciones electrocardiográficas sugerentes de defectos isquémicos cardíacos en las personas que están en la sauna, aunque estas alteraciones se observan con menor frecuencia que en personas que están realizando otra actividad física.
En cuanto a la controversia planteada hace unos años sobre los efectos nocivos del sauna durante el embarazo y la época fértil ha sido resuelta con los datos epidemiológicos disponibles: el sauna no influye en los mecanismos hormonales ni aumenta el riesgo de malformaciones congénitas, aunque si se recomienda interrumpir el uso en las mujeres con embarazos considerados de riesgo.