La mayoría de los casos de cáncer de colon surgen de pólipos preexistentes que sufren una mutación genética, a lo largo de 10 años aproximadamente, hasta convertirse en carcinomas. Dado el tiempo que tarda un pólipo en malignizarse, este cáncer se puede prevenir mediante la realización de exámenes diagnósticos que permitan el seguimiento del pólipo. Asimismo, la detección temprana del cáncer es fundamental, antes de que invada otras áreas y agrave el pronóstico del paciente.
En Argentina se estima que 18 personas mueren por día a causa de esta enfermedad. A pesar de ello, la mayoría de la población no se realiza los controles preventivos necesarios.
El cáncer colorrectal es la 2º causa de muerte por tumores malignos en la mujer, luego del cáncer de mama y la 3º causa en el hombre, detrás del cáncer de pulmón y próstata.
Por año se diagnóstican alrededor de 11.000 casos nuevos y aproximadamente unas 6.500 muertes, lo que equivale a unas 18 muertes por día. La mayoría de estos casos podrían prevenirse con un diagnóstico y tratamiento a tiempo.
A pesar de los avances producidos en las últimas décadas en tratamientos, si bien se mejoró la calidad de vida de los pacientes, el impacto en la sobrevida fue bajo. Esto se debe a que al momento del diagnóstico del paciente con enfermedad sintomática, en la mayoría de los casos (65 %), ya se presentaba la enfermedad en estado avanzado.
Cuando el diagnóstico se realiza en etapas tempranas, lo que actualmente sólo ocurre en el 10 % de los casos, la probabilidad de curación se eleva al 90 %.
- Conociendo la enfermedad
El cáncer colorrectal es un tumor maligno que puede originarse tanto en el colon como en el recto. El colon y el recto son los dos sectores en que se divide el intestino grueso, última parte del aparato digestivo.
La importancia tanto del colon como del recto radica en el papel que juegan en la absorción de agua y la excreción de los elementos que el cuerpo no necesita. El funcionamiento incorrecto por alguna enfermedad puede generar síntomas como la diarrea o, por el contrario constipación, entre otros padecimientos.
Una alimentación saludable, baja en hidratos de carbono (harinas, dulces) y alta en fibras y agua, ayuda a la función de los mismos.
- ¿A quiénes afecta?
Hay personas que poseen un mayor riesgo de padecer la enfermedad que otras, entre ellas:
- Personas con antecedentes personales o familiares de pólipos (adenomas) colorrectales.
- Personas con antecedentes personales o familiares de cáncer colorrectal.
- Personas con antecedentes personales de enfermedades inflamatorias del intestino, como Colitis Ulcerosa o Enfermedad de Crohn.
- Personas que consumen tabaco, beben alcohol en exceso, tienen sobrepeso o llevan una vida sedentaria sin ningún tipo de actividad física.
Pero no sólo las personas que tienen factores de riesgo pueden tener un cáncer de colon o recto. El 90 % de los casos de cáncer colorrectal se diagnostican en personas mayores de 50 años y el 75% en aquellas sin factores de riesgo conocido.
Esta enfermedad afecta a hombres y mujeres por igual y la década de mayor incidencia se ubica entre los 65 y los 75 años.
- ¿Cuáles son sus síntomas?
El cáncer colorrectal puede presentar: sangrado con la evacuación por vía anal, cambios en la forma habitual de evacuar el intestino, dolores abdominales o rectales frecuentes, anemia y pérdida de peso.
Pero estos síntomas no son específicos del cáncer colorrectal ya que pueden ser producidos por otras enfermedades. Debido a ello, debe consultarse a un especialista para realizar los estudios necesarios para un diagnóstico correcto.
Es importante destacar que el cáncer colorrectal también puede desarrollarse de forma asintomática. Tanto los pólipos precursores del cáncer colorrectal (adenomas) como los cánceres colorrectales tempranos (cuando la enfermedad se encuentra en su etapa inicial) pueden desarrollarse sin dar síntomas.
- Diagnóstico
Para ello se utilizan distintas pruebas. Sólo en el caso de que la primera sea positiva, o si existen indicios claros de algún problema, se utilizan otras para confirmarlo.
- 1. Test de Sangre Oculta en Heces (TSOH). Es muy sencillo e indoloro, y sirve para detectar si existe sangre en las heces. Lo realiza el propio paciente en su domicilio. Se toma una muestra de heces durante tres días consecutivos y se deposita en un sobre especial que contiene varias tiras reactivas. La lectura del test la realiza personal sanitario y consiste en depositar unas gotas en las tiras y observar si varían de color. En ese caso, el test es positivo, es decir, que existe sangre en las deposiciones, y se requieren estudios posteriores para diagnosticar su origen (hemorroides, pólipo, tumor maligno…).
- 2. Análisis de sangre y orina: sirven para conocer el estado general del paciente y detectar complicaciones asociadas al proceso tumoral.
- 3. Tacto rectal: el tacto rectal consiste en la exploración digital del ano y parte del recto. El médico se coloca un guante y emplea lubricante para deslizar suavemente el dedo a través del ano y explorar la zona, palpando las posibles alteraciones existentes en las paredes del recto.
- 4. Colonoscopia: con esta prueba se consigue observar la mucosa de todo el colon y el recto a través de un tubo largo y flexible (endoscopio) que se introduce por el ano. En su extremo posee una luz y una cámara que permiten ver en un monitor de televisión cualquier patología. Para realizar esta prueba, la persona debe seguir una dieta especial durante dos o tres días y antes de la prueba emplear laxantes a fin de que el colon y el recto estén limpios. En la actualidad, la colonoscopia se realiza bajo sedación. Así el paciente no siente dolor, está relajado y se evitan las molestias producidas por la distensión del tubo digestivo al introducir el endoscopio. Se debería realizar cada 10 años a partir de los 50.
- 5. Biopsia: si durante la colonoscopia el médico observa una lesión sospechosa, procederá a extraer una pequeña muestra de tejido, que deberá ser analizada para poder confirmar o descartar la existencia de un cáncer.
- 6. Otras pruebas. Si finalmente se diagnostica cáncer de colon, se deben realizar otras pruebas para saber si la enfermedad ha afectado a otros órganos o sólo afecta al tubo digestivo, como radiografía de tórax, ecografías, TAC y marcadores tumorales.
- Tratamiento
La cirugía es la principal opción de tratamiento para el cáncer colorrectal. Pero es el médico especialista la persona indicada para seleccionar el tipo de tratamiento más adecuado. Cuanto más localizada se encuentre la enfermedad, mayor es la posibilidad de tratamientos quirúrgicos conservadores, cirugía laparoscópica, etc.
El tratamiento puede complementarse con la administración de drogas específicas para tratar el cáncer por vía endovenosa u oral (quimioterapia) y con la aplicación de rayos (radioterapia).
- Prevención
El cáncer colorrectal es uno de los tumores de mayor incidencia y mortalidad. Los estudios disponibles en la actualidad demuestran que la prevención primaria, modificando los factores de riesgo de la dieta y del estilo de vida así como la realización de estudios preventivos, permitiría reducir la incidencia y la mortalidad de la enfermedad en forma similar a la prevención secundaria.
Entre algunas de las medidas recomendadas (prevención primaria), se recomienda:
- Llevar una dieta rica en fibras, especialmente vegetales y frutas varias veces por día.
- Disminuir la ingesta de carnes rojas y grasas de origen animal
- Limitar las calorías de la dieta y mantener el peso corporal adecuado.
- Realizar ejercicio físico de forma regular (30 minutos por día o varias veces por semana).
- Evitar el tabaco.
- Disminuir la ingesta de bebidas alcohólicas
- La exposición leve a moderada al sol disminuye su riesgo en un 40% (debido a la producción de vitamina D)
- Controles periódicos. A partir de los 50 años es necesario que todas las personas se efectúen chequeos regulares para detectar y extirpar los adenomas o detectar y tratar el cáncer colorrectal en etapa temprana, lo que constituye la etapa de prevención secundaria de la enfermedad.
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