Ciudad de Buenos Aires (Argentina).- Desde el inicio de la pandemia, se habla de los efectos que puede causar el confinamiento y el distanciamiento social en la salud mental. Desde pérdida de memoria hasta pesadillas, incluyendo el aumento del estrés y otras patologías que han afectado a la sociedad durante el período de convivencia con los protocolos por el COVID-19 afectando de forma particular -a expacientes de coronavirus. La pandemia ha acelerado a esta población en especial haciendo evidente la aparición de cuadros de ansiedad y depresión, entre otros, generando consecuencias psicológicas y psiquiátricas que deben ser evaluadas y contenidas a tiempo por profesionales del Equipo Interdisciplinario de Salud.
¿Por qué aparecen los síntomas?
Para comenzar, los profesionales de la salud coinciden en que la irrupción de la pandemia ha afectado la forma de interpretar y asimilar la realidad. Para muchas personas que no recibían un tratamiento en la esfera de la Salud Mental, este cambio rotundo fue el puntapié para disparar síntomas generados por un estado de alerta y preocupación colectivo. De esto se desprende que independientemente de haber contraído el virus o no, la convivencia en un panorama pandémico predispone a situaciones de malestar psíquico.
A su vez, el confinamiento y aislamiento social, y para muchas personas la responsabilidad de estar al cuidado de un ser querido, o de atravesar la sensación de falta de aire y necesidad de asistencia respiratoria en el caso de cursar un cuadro de COVID, acarrean impactos emocionales. Según se conoce, las manifestaciones psicológicas más comunes en aquellas personas que atravesaron el COVID son fatiga psíquica, angustia, ansiedad, depresión y la afectación en la calidad de vida,así como alteraciones en la memoria y en la atención*, que “pueden llegar a expresarse hasta 3 años después de la cuarentena o la exposición a la pandemia. Estas posibilidades se ven exacerbadas en poblaciones vulnerables como personal de salud y las personas en los extremos de la vida, niños y adultos mayores, sin olvidar a los adolescentes con sus implicancias particulares”, explica el Dr. Alejandro Palma, Profesor Titular de Psicofarmacología y Medicina Legal de la Maestría en Neuropsicofarmacología.
Una mirada integral del paciente
Actualmente se consideran posibles escenarios para subsanar y prevenir cuando sea posible este tipo de desórdenes neurológicos y psiquiátricos que cada vez más se presentan una vez superada la enfermedad.Si se tiene en cuenta que según proyecciones de la OMS, la Salud Mental ya se visualizaba para los años 2020 y su proyección para el 2030 como segunda y primera causa de Morbi-mortalidad respectivamente (enfermedad y muerte), y que la pandemia aceleró y profundizó estos cuadros psicológicos, se comprende la necesidad de atender estos cuadros lo antes posible.En ese sentido, “la preparación por parte de los Equipos de Salud implica que reciban la capacitación apropiada a fin de estar preparados para la pesquisa temprana de los padecimientos mentales, con especial hincapié en la Atención Primaria de la Salud”, agrega Palma. Si bien continúan aflorando nuevas entidades nosológicas, los cuadros descritos hasta el día de hoy se pueden resumir en:
- Tsunami mental
- Neblina Postcovid
- Síndrome de Fatiga por exposición al Zoom
A estos se suman el Síndrome por Estrés Postraumático y el Trastorno Obsesivo Compulsivo que hasta la llegada de las últimas ediciones del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría (en español, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se incluían en los Trastornos de Ansiedad Generalizados. Los Trastornos del Sueño, Síndromes Depresivos y Fatiga Crónica, entre otros también deben son patologías que deben tenerse en cuenta al evaluar intra y post pandemia según el profesional.
Fuentes: Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA)