Ciudad de Buenos Aires (Argentina).- Según los especialistas, el tratamiento mostró mayor eficacia para tratar los síntomas de la enfermedad, y mejora la calidad de vida de los pacientes. En el país, unas 250 mil personas están afectadas con Urticaria Crónica Espontánea.
Cuando hablamos de urticaria, nadie suele pensar en una afección grave, e incluso se la relaciona con una picazón pasajera. Pero la Urticaria Crónica Espontánea (UCE) o Urticaria Crónica Idiopática (UCI) es considerada una enfermedad cutánea grave, que afecta en el país a 250 mil personas aproximadamente. Si bien en un inicio suele generar picazón en las manchas rojas que aparecen en el cuerpo, con el correr del tiempo y sin tratamiento pueden generar dolor agudo y molestias varias. Para quienes sufren el mal desde ahora tendrán una nueva alternativa terapéutica, un medicamento que llega al país con antecedentes de mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
El nuevo medicamento cuanta con el aval de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), que autorizó el uso de omalizumab para el tratamiento de la UCE en aquellos pacientes que no responden a las dosis aprobadas de antihistamínicos. Según se informó en la presentación del producto, esta nueva medicación “es una terapia biológica que actúa bloqueando un anticuerpo implicado en el proceso inmunológico (la inmunoglobulina E (IgE)”. Esta droga ya estaba utilizándose para el tratamiento del asma alérgica severa o de difícil control (ADC).
Omalizumab, tanto a 300 miligramos como en dosis de 150, cumplió con todos los objetivos primarios de estos estudios, y también demostró que mejoraba significativamente el picor y los habones, incluyendo el alivio rápido del prurito, y en muchos casos hizo desaparecer completamente los síntomas, se informó. La calidad de vida también mejoró significativamente para los pacientes tratados con el flamante medicamento.
Jorge Máspero, médico especialista en Alergia e Inmunología Clínica, consideró que “el tratamiento de la UCE se basa en evitar tanto la causa como los desencadenantes de la enfermedad (si se los conoce). En cuanto al uso de medicamentos, están indicados antihistamínicos en distintas dosis como primera y segunda línea de tratamiento. Sin embargo, cerca del 50 por ciento de los pacientes no responden ni siquiera a dosis elevadas de antihistamínicos, y hasta el presente no contaban con ninguna alternativa terapéutica aprobada por las autoridades sanitarias”.
De visita por nuestro país, Ana Giménez Arnau, médica Dermatóloga del Hospital del Mar de España y profesora de Dermatología en la Universitat Autónoma de Barcelona, manifestó que “la evidencia clínica disponible con el omalizumab avala la decisión de las autoridades sanitarias de aprobar el primer y único tratamiento para todos aquellos pacientes no respondedores a la medicación convencional, ni aún en muy altas dosis”.
“Mediante el uso de esta nueva herramienta terapéutica, tanto los médicos alergólogos como los dermatólogos podremos contar con una alternativa que ha demostrado alcanzar una rápida remisión completa de los síntomas y signos propios de la urticaria crónica espontánea, como son el picor, la aparición de habones y de angioedema” subrayó Máspero, quien también es director médico de la Fundación CIDEA.
“La evidencia científica que respalda el uso de omalizumab en UCE se basa principalmente en los resultados positivos y consistentes de dos estudios de fase III, ASTERIA I y II, que incluyeron pacientes que no respondían a las dosis autorizadas de antihistamínicos H1”, destacó Giménez Arnau, quien además se desempeña como investigadora del grupo de Investigación en Enfermedades Dermatológicos Inflamatorias del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas de España.
Si bien la UCE puede aparecer a cualquier edad, se la ve con más frecuencia entre los 30 y los 50 años, con un pico en los 40, y una prevalencia mucho mayor en las mujeres, con una relación de 2 a 1 respecto de los hombres. Los efectos negativos de la UCE en la calidad de vida pueden incluir insomnio y comorbilidades psicológicas como depresión y ansiedad.
